LLYC alerta: 137 riesgos reputacionales amenazan a las empresas en España

Se ha analizado más de 3,2 millones de mensajes en X de casi 3.000 empresas españolas durante año y medio. Transporte, logística y la energía, los sectores más sensibles.

LLYC ha publicado “Antifragilidad: Análisis de riesgos corporativos en España”, un estudio que identifica 137 riesgos reputacionales que afectan directamente en la reputación social de las empresas. La incertidumbre ya no es una circunstancia puntual, sino un entorno permanente que amplifica cualquier incidente. 

Lo que antes podía resolverse como un contratiempo, hoy escala en cuestión de horas en redes sociales y se convierte en un consentimiento público que traspasa los límites de la empresa afectada, alcanzando sectores completos.

El estudio de LLYC recoge tres dimensiones que concentran la mayor parte de la conversación negativa en torno a las compañías españolas.

  • La más crítica Contribución (28,4% de los mensajes), en la que los ciudadanos ponen bajo la lupa si las empresas avanzan realmente en sostenibilidad, cohesión social, empleo digno y transición energética.
  • La segunda más sensible es la Integridad (27%), marcada por denuncias de corrupción o irregularidades.
  • El tercer ámbito más afectado es la Credibilidad (23,4%), señalada tanto por factores externos (inestabilidad política, volatilidad de precios) como por cuestiones internas de gestión (fallos en logística, caídas de sistema) que ponen en duda la fiabilidad de las compañías.
  • Transparencia (11%) e Imagen (10,2%) ocupan, a distancia, la cuarta y la quinta posición.

Para elaborar este informe, la consultora ha analizado más de 3,2 millones de mensajes en X y la conversación casi 3.000 empresas en España durante año y medio. Sus conclusiones apuntan a que los riesgos reputacionales han dejado de ser incidentes aislados para convertirse en  fenómenos permanentes que escalan con rapidez en el entorno digital.

Riesgos críticos y sectores bajo presión

El informe también alerta sobre la exposición específica de algunos sectores. En el transporte y la logística, por ejemplo, la falta de claridad en la resolución de las incidencias ferroviarias ha intensificado la desconfianza ciudadana, convirtiendo cada problema en un símbolo de mala gestión. En el ámbito energético, episodios como el apagón eléctrico del 28 de abril de 2025 o fenómenos climáticos extremos han puesto en evidencia la fragilidad de infraestructuras críticas y la necesidad de planes de prevención más sólidos.

Dimensiones y ejemplos de riesgos reputacionales según LLYC
Dimensión Ejemplos de riesgos Sectores más expuestos
Contribución Sostenibilidad, transición energética, empleo digno, cohesión social Agroalimentario, primario, energía
Integridad Ética, corrupción, transparencia, cumplimiento normativo Industrial, servicios, banca
Credibilidad Fallos logísticos, caídas de sistemas, volatilidad de precios, inestabilidad política Transporte, logística, energía
Transparencia Falta de claridad informativa, rendición de cuentas, reporting incompleto Transversal (comunicación corporativa)
Imagen Percepción pública negativa, pérdida de reputación simbólica, campañas críticas Retail, gran consumo, servicios

Aprendizajes

De este informe se extraen tres aprendizajes clave:

  • La incertidumbre es constante y sistémica. Los riesgos se manifiestan de formas distintas, ya sean operativas, regulatorias, ambientales o éticas, pero todos terminan impactando con la misma intensidad en la legitimidad social de las compañías.
  • La confianza se erosiona más rápido que nunca. Un fallo operativo, una denuncia de corrupción o un fenómeno climático extremo no se leen ya como incidentes puntuales, sino como señales de ineficiencia o mala gestión que trascienden a la empresa afectada y salpican a todo el sector.
  • La antifragilidad es la nueva competencia crítica. Gestionar los riesgos reputacionales exige pasar de la comunicación reactiva a la anticipación: identificar vulnerabilidades con datos, integrar la gestión de riesgos en todas las áreas corporativas y transformar la presión social en una oportunidad de legitimidad.

“La reputación se ha convertido en un activo estratégico que condiciona la continuidad y la competitividad de las compañías. Aquellas que integren la antifragilidad en su cultura estarán mejor preparadas para reforzar su legitimidad social, resistir la presión de un entorno cada vez más volátil y transformar la incertidumbre en una ventaja competitiva sostenible. Las que no lo hagan, verán cómo la desconfianza pública limita su licencia para operar y reduce su capacidad de crecer en el mercado”, afirma Alba García, directora senior de crisis, riesgos y litigios en LLYC.